domingo, 16 de enero de 2011

La llave de oro. Pequeñas variaciones.


Este es el cuento de los Hermanos Grimm. A partir de él se puede escribir otro final.




Un día de invierno en que una espesa capa de nieve cubría la tierra, un pobre muchacho hubo de salir a buscar leña con un trineo. Una vez la hubo recogido y cargado, sintió tanto frío que antes de regresar a casa quiso encender fuego y calentarse un poquitín. Al efecto, apartó la nieve y debajo, en el suelo, encontró una llavecita de oro. Creyendo que donde había una llave, debía estar también su cerradura, siguió excavando en la tierra y, al fin, dio con una cajita de hierro. "¡Con tal que ajuste la llave!- pensó-. Seguramente hay aquí guardadas cosas de gran valor." Buscó, y, al principio, no encontró el agujero de la cerradura; al fin descubrió uno, pero tan pequeño que apenas se veía. Probó la llave y, en efecto, era la suya. Diole vuelta... y ahora hemos de esperar a que haya abierto del todo y levantado la tapa. Entonces veremos qué maravillas contenía la cajita.


No hay comentarios:

Publicar un comentario